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DE ENMA GOLDMAN A ERRICO MELATESTA EN EL ANARQUISMO


                       ANARQUÍA Y DESORDEN
La palabra anarquía proviene del griego y significa sin gobierno; es decir la vida de un pueblo
que se rige sin autoridad constituida, sin gobierno.
Antes que toda una verdadera categoría de pensadores haya llegado a considerar tal
organización como posible y como deseable, antes de que fuese adoptada como objetivo por un
movimiento que en la actualidad constituye uno de los más importantes factores en las
modernas luchas sociales, la palabra anarquía era considerada, por lo general, como sinónima
de desorden, de confusión, y aún hoy mismo se toma en este sentido por las masas ignorantes
y por los adversarios interesados en ocultar o desfigurar la verdad.
No hemos de detenemos a profundizar en estas digresiones filológicas, por cuanto entendemos
que la cuestión, más bien que de filología, reviste un marcado carácter histórico. El sentido
vulgar de la palabra no desconoce su significado verdadero, desde el punto de vista
etimológico, sino que es un derivado o consecuencia del prejuicio consistente en considerar al
gobierno como un órgano indispensable para la vida social, y que, por tanto, una sociedad sin
gobierno debe ser presa y víctima del desorden, oscilante entre la omnipotencia de unos y la
ciega venganza de otros.
La existencia y persistencia de este prejuicio, así como la influencia ejercida por el mismo en la
significación dada por el común sentir a la palabra anarquía, se explican fácilmente.
De igual modo que todos los animales, el hombre se adapta, se habitúa a la condiciones del
medio en que vive, y por herencia transmite los hábitos y costumbres adquiridos. Nacido y
criado en la esclavitud, heredero de una larga progenie de esclavos, el hombre, cuando ha
comenzado a pensar, ha creído que la servidumbre era condición esencial de vida: la libertad le
ha parecido un imposible. Así es como el trabajador, constreñido durante siglos a esperar y
obtener el trabajo, es decir, el pan -de la voluntad, y a veces del humor de un amo, y
acostumbrado a ver continuamente su vida a merced de quien posee tierra y capital, ha
concluido por creer que era el dueño, el señor o patrono quien le daba de comer. Ingenuo y
sencillo, ha llegado a hacerse la pregunta siguiente: "¿Como me arreglaría yo para poder comer
si los señores no existieran?".
Tal sería la situación de un hombre que hubiese tenido las extremidades inferiores trabadas
desde el día de su nacimiento, si bien de manera que le consintiesen moverse y andar
dificultosamente; en estas condiciones podría llegar a atribuir la facultad de trasladarse de un
punto a otro a sus mismas ligaduras, siendo así que estas no habrían de producir otro resultado
que el de disminuir y paralizar la energía muscular de sus piernas. 

“La anarquía y el método del anarquismo” de Errico Malatesta
tener razón, y todas pueden tenerla en cierta parte, ¿a quién y con qué criterio se escogería
para poner a su disposición la fuerza social, cuando sólo el porvenir puede decidir el litigio?
Si se trata de cien partidarios de la dictadura, se descubre en seguida que cada uno de ellos se
figura que él debería ser, si no precisamente el dictador, uno de los dictadores, o por lo menos
uno de sus más próximos consejeros. Así, pues, dictadores serían todos los que de un modo o
de otro tratasen de imponerse.
¿Sería, en su lugar, un gobierno elegido por sufragio universal, y por consiguiente la
emancipación más o menos sincera de la voluntad de la mayoría? Mas si consideráis a los
electores incapaces de proveer por sí solos a sus intereses, ¿cómo sabrán escoger los pastores
que han de guiarlos? ¿Y cómo podrán resolver el problema de alquimia social que es la
elección de un genio por el voto de una masa de imbéciles? ¿Y qué será de la minoría,


                                             EL ANARQUISMO Y LA REVOLUCIÓN

Para resolver los problemas sociales en beneficio de todos, sólo hay un medio; acabar
revolucionariamente con los detentadores de la riqueza social, ponerlo todo a disposición de
todos y dejar que todas las fuerzas, todas las capacidades y toda la buena voluntad existente
entre los hombres contribuyan a proveer a las necesidades de todos.
Luchamos por la Anarquía y por el socialismo, porque opinamos que la Anarquía y el socialismo
deben establecerse en seguida, es decir, que en el momento mismo de la revolución se debe
destruir el gobierno, abolir la propiedad y confiar los servicios públicos, que en este caso
abrazarán toda la vida social, a la acción espontánea, libre, no oficial, no autorizada, de todos
los interesados y de todos los voluntarios.
No sabemos si en la próxima revolución triunfarán la Anarquía y el socialismo; mas, si la victoria
es de los programas de transacción, será porque nosotros, por esta vez, habremos sido
vencidos; nunca porque hayamos creído útil dejar en pie la más mínima parte del mal sistema
que hace gemir a la humanidad.
De todas maneras, tendremos sobre el porvenir la influencia del número, que se hará sentir; la
influencia de nuestra energía, de nuestra inteligencia y de nuestra intransigente actitud. Aun
cuando seamos vencidos, nuestra obra no será inútil, porque seremos más los decididos a
proseguir la realización completa de nuestro programa, y menos gobierno y menos propiedad
habrá en la sociedad que se constituya.
Y nuestra obra habrá sido grande, porque el progreso humano se mide por la disminución del
gobierno y la disminución de la propiedad privada.
Si nos ocurre caer y no plegamos nuestra bandera, podemos estar seguros de la victoria para el
futuro. 

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